Presas y caños
PRESAS Y CAÑOS: Patrimonio natural de Camarzana
Si algo forma parte de la esencia de la villa de Camarzana ha sido el agua .
Este elemento es el que dado vida al pueblo a través de cientos de generaciones y ha sido fuente de riqueza para la zona y como también suponemos fuente de conflictos y enfrentamientos cuando escaseaba o era pretendida por otros pueblos antiguos más belicosos.
Nuestra historia con el líquido elemento comienza en su origen , la presa del molino .Para una persona ajena al pueblo no es fácil localizar su ubicación porque entre otras cosas la abundante vegetación de “humeros” y salgueras las ocultan de la vista . Diremos que siguiendo la ribera Del Río Tera, en dirección a Calzada,nos toparemos con ellas a mitad de camino y lo sabremos no porque sobresalgan del lecho Del Río sino porque , a pesar de su escasa altura consiguen remansar una gran cantidad de agua ensanchando el cauce del rio y formando una tablada , la de Calzada . Este es un lugar mágico porque es donde se da el inicio del curso de agua que salvó de hambrunas provocadas por sequías a nuestros antepasados y permitió que hoy nosotros podamos revivir su memoria . Su magia se mezcla con una ingeniería rudimentaria que aprovechando los recursos rocosos de piedra negra de neis que sirven de limite a las terrazas fluviales y al rio lograron trasladar hasta aquí miles de bloques de piedra . No hay ningún documento de la época romana o posterior que nos permita datar esta obra pero nosotros nos inclinaremos por asegurar que fueron nuestros antepasados romanos , constructores de la Villa que da nombre al pueblo , quienes aprovechando sus conocimientos vieron la oportunidad de llevar agua abundante hasta el mismo caserio de la Villa Romana . Los huecos dejados por las rocas eran tapados con cespedes arrancados de las praderas cercanas lo que permitió retener el agua y evitar su fuga . Aún recuerdo muchos veranos que después del repique de campanas llamando a las “yeras “, trabajo comunitario del pueblo , multitud de grupos de nuestros paisanos ,entre los que nos encontrábamos la chiquillería ,se dirigían armados de picos y palas a esta zona de la presa para reparar las fugas y así evitar la pérdida de agua cuando el estiaje comenzaba a hacer sus efectos . Estos trabajos en el rio eran, para todos nosotros ,lo más parecido a lo que hoy podemos llamar una visita o salida a la playa , lo digo porque nuestros padres y abuelos atareados en las tareas veraniegas , no disponían de tiempo para llevarnos a refrescar al rio , así que esas yeras eran nuestra ocasión para lanzarnos al agua delante de la misma presa y disfrutar de su frescor y también contribuir al trabajo de los mayores llevando algunos “cespedones” a aquellos huecos entre las piedras por donde se iba el agua .Una vez finalizado el trabajo todos podíamos disfrutar de esos tres manjares cuyo saber aún pervive en mi memoria , pan, escabeche y vino .
Gracias a estas presas se consiguió dividir el rio a partir de este tramo en tres partes , una alimentaba el caño del molino de Juan que a su vez se difurcaba hacia el caño grande, la otra rama seguía el cauce normal Del Río y una tercera rama alimentaba de agua a la zona de lis molinos de agua de Calzadilla o de Pumarejo. Una pequeña y simple obra de ingeniería ancestral alimentando tres cursos de agua . Estos cursos de agua , excepto el del caño grande, desembocaban unos cientos de metros más abajo formando dos islas ,abundantes en pastos para el ganado, llamado El Lote .
De estos tres cursos de agua , el pueblo de Camarzana siempre se benefició del Caño del Molino que además de facilitar la molienda del grano también abastecía al caño grande que permitía el riego De la Vega y hasta hace no muchos años el abastecimiento de agua para las faenas de la casa .Es este abastecimiento hogareño el que hizo que proliferaran a través del pueblo algunas acequias excavadas en el propio terreno y aquí llamadas “caños”.Mis recuerdos de la niñez pasan por visualizar a varias mujeres vestidas de negro portando grandes cántaros y llenándolos en los regueros más cercanos al pueblo . En mi mente ha quedado grabada una imagen de uno de estos caños , el único, que atravesaba la carretera en dirección a la zona llamada Camino de Cabañas; este caño pasaba por debajo de de la casa de la “Ti Rufina”,famosa por ser el lugar donde nos gastábamos en caramelos la peseta que algunos domingos nos daban las abuelas .Bueno ,pues como os decía , este caño pasaba justo por debajo de esta casa y sorprendentemente era visible en la estancia de la cocina , recuerdo con asombrosa nitidez como la Sra Rufina cogía con un caldero el agua directamente del caño y la vertía en el latón colgado de las yares y cociendo la comida de los “cochos” con un par de troncos de encina .Esta visión era considerada ,por mi mente infantil, como toda una comodidad en una época donde hasta el abastecimiento de agua para el hogar era un duro trabajo diario .
El agua del Caño grande era transportado hasta los últimos rincones de la Vega de Camarzana donde se distribuía, a través de los “aguaduchos “,en lugares estratégicamente situados como El Pedrón o Los Largos hasta terminar su andadura en el mismo arroyo del Regato a la altura del llamado regato de las Calabazas donde vertía el último hilo de agua para las huertas de Santa Marta .
Esta andadura del agua por tierras , calles y callejones del pueblo no estaba exenta de múltiples conflictos dada la imperiosa necesidad de regar los frutos bajo el riesgo de perder la cosecha . Estos conflictos en, épocas veraniegas , eran casi diarios y muchos de ellos pasaban de las palabras a los hechos terminando las discusiones con alguna magulladura, rotura de cabezas o baño en el caño o aguaducho , el nombre dependía de la cantidad de agua que llevara .Entre las muchas crónicas de estos enfrentamientos no se recuerda ningún percance grave y muchos de ellos terminan en risas lo que nos sugiere que una vez terminada la refriega todo se arreglaba con un buen trago de vino .Más serias eran las contiendas con los pueblos ribereños sobre todo los que quedaban debajo de Camarzana como Santa Marta, aún hoy recuerdan las salidas nocturnas de los mozos de Santa Marta para “sangrar las presas” y las refriegas con los de Camarzana con aviso de toque de campanas incluido.
Para los rapaces más pequeños los caños y aguaduchos eran lugares de vida donde proliferaban las ranas y los peces lo que hacía florecer nuestro instinto pescador . Aquí era donde nos iniciábamos en estas tareas deportivas y de aprovisionamiento antes de dar el paso grande a la pesca en el rio . Había en los caños muchos lugares de pesca pero para todos los rapaces del pueblo el preferido era el caño de la Colina y más específicamente la zona comprendida entre la huerta de Manolo el Panadero y José el del Caño , lo de los apodos es imprescindible para ubicarnos . En esta zona el caño se profundizaba lo suficiente y en las orillas se habían levantado una especie de lizares de cantos rodados que facilitaban la huida y protección de los peces , por ello abundaban dos de las especies piscicolas de estos cursis de agua, los picones y las sardas . Cada tarde de finales de primavera o principios de verano una chiquillería de no menos de diez rapaces nos apostábamos a ambas orillas del caño y armados de una caña corta, un trozo de sedal , un plomo y un anzuelo nos disponíamos a probar suerte con los ya experimentados picones y sardas que ya debían conocernos bien dadas las visitas que realizábamos al caño . No siempre había suerte y cuando la teníamos nunca sobrepasábamos la decena de picones que ensartábamos por las agallas en un junco y exhibíamos orgullosos por las calles del pueblo antes de terminar fritos en manteca en la sartén de la abuela . Al igual que las faenas del riego está labor de pescadores principiantes no siempre terminaba bien y más de una tarde alguno de nosotros terminaba con una caña partida en la cabeza y con los aparejos perdidos por cosas tan simples como yo llegue antes a este sitio, ese vez me lo has quitado tú y otras nimierias parecidas pero que terminaban con la pérdida de los aparejos y la pérdida de varias jornadas de pesca hasta que conseguíamos ahorrar, de la peseta de los domingos, las 4 pesetas que nos costaba el aparejo entero en casa de la Señora Rosa .
Mención aparte merece el caño grande , un curso de agua artificial excavado en el suelo y que después de rebasar el molino discurría paralelo al caño del Molino hasta alcanzar la zona del motor donde ampliaba su cauce escoltado de salgueras y “humeros” como si de otro río se tratase.Sus aguas rebosaban de vida y a los pequeños peces como picones y sardas se unían otros peces de mayor tamaño como los escallos o alguna trucha despistadas que aprovechaba la pureza de las aguas para acercarse al pueblo , más de un avezado pescador furtivo del pueblo se encontró entre sus manos con una buena pieza , para nosotros estas aventuras pesqueras no estaban permitidas al tenernos prohíbido el acceso al Caño Grande por miedo a ahogamientos , contradictoriamente el agua que era fuente de vida para el pueblo también lo era de miedos atávicos a su fuerza descontrolada y las pocas habilidades natatorias de nuestros abuelos y abuelas .Esa exhuberancia de flora y fauna se perdió totalmente con el nuevo trazado de riego que eliminó árboles centenarios así como toda la flora ribereña lo que trajo consigo una destrucción de los hábitos piscicolas y su progresiva desaparición también ayudada por la instalación de las presas hidroeléctricas que modificaron la temperatura del agua dificultando la eclosión de las huevas y su lenta desaparición . Mi abuelo Isaías, datado de esa gran sabiduría popular común a todos nuestros abuelos , solía afirmar que ese agua tan fría en pleno verano era una bendición para la sed pero una maldición para el fruto porque a partir de entonces distintas plagas en productos tan emblemáticos de nuestra vega como las alubias , comenzaron a diezmar las cosechas y poco a poco se tubo que interrumpir su producción .
Ahora que reivindicamos esa agricultura ecológica es buen momento para recordar y valorar esa forma tan natural y respetuosa con el entorno de guiar el agua hasta los cultivos .
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